Vierte la harina y la sal en un bol y mezcla hasta que la sal se haya distribuido de forma homogénea.
Añade un poco de aceite de oliva, vino blanco y agua. Con ayuda de una espátula, mezcla los ingredientes hasta que la harina haya absorbido todo el líquido.
Cuando la masa esté homogénea y sin grumos, cubre el bol con papel transparente y deja reposar durante 20 minutos