Trabaja a una temperatura ambiente de 20–25°C. Vierte el agua en una amasadora, disuelve la sal, agrega el 10 % de la harina y, a continuación, la levadura. Pon en marcha la amasadora y agrega poco a poco el resto de la harina hasta conseguir una masa con la consistencia deseada.
Mezcla la masa a baja velocidad durante 20 minutos, hasta que se forme una bola. Para
conseguir una masa de consistencia óptima, es
importante controlar la cantidad de agua. La mezcla
debe ser pegajosa, suave y elástica al tacto.
Saca la masa de la amasadora y colócala en una superficie para que repose durante
2 horas a una temperatura ambiente de 28°C.
Transcurrido este tiempo, mezcla en bolitas o panetti
de 170–230 g cada uno.
Pon los panetti en una caja o bandeja para la segunda fase de fermentación, con una duración de 4 a 6 horas.
Sazona la salsa de tomate con orégano y sal, y corta la mozzarella.
Extiende los panetti
en discos de masa; en el centro, el grosor no
debe ser superior a 4 mm.
Vierte una 1/4 parte de la salsa de tomate en el centro de cada base de pizza con una cuchara y, a continuación, mediante un movimiento espiral, cubrir la superficie de cada base con la salsa hasta alrededor de 1 cm del borde exterior.
Esparce la mozzarella uniformemente sobre todas las pizzas y agrega después unas cuantas hojas de albahaca y un poco de aceite de oliva virgen extra.
EN LA BARBACOA:
Agrega una cesta
de briquetas o carbón a la barbacoa y cierra la tapa.
Introduce la piedra para pizza en la barbacoa y deja que
se caliente a alta temperatura con calor indirecto
entre 30–40 minutos.
Prepara una
cesta llena de briquetas o carbón.
Espolvorea la pala para pizza con un poco de harina para que la superficie resbale mejor.
Usando esta, coloca la pizza en
la piedra para pizza y cierra inmediatamente
la tapa de la barbacoa.
Hornea la pizza con
calor indirecto hasta que veas que está crujiente y lista para servir.