Cortar y desechar el cuello, las vísceras y cualquier grasa sobrante de ambos extremos del pato. Usando un cuchillo pequeño bien afilado, hacer orificios por toda la piel del pato, especialmente a ambos costados de las pechugas, para que la grasa pueda escapar durante la cocción. Llenar una cacerola grande con agua suficiente para cubrir el pato y llevarla a ebullición. Sumergir el pato con cuidado en el agua. Colocar sobre él una tapa pesada o un plato para mantenerlo sumergido (los patos flotan). Llevar de nuevo a ebullición, bajar el fuego para hervir a fuego lento y cocinar el pato durante 15 minutos. Introducir una cuchara de mango largo o unas pinzas cerradas en la cavidad del pato y sacarlo con cuidado del agua, escurriendo el líquido de su interior sobre la cacerola. Colocar el pato en una bandeja para hornear con bordes cubierta con servilletas de papel y secarlo por dentro y por fuera.
Preparar el asador para fuego indirecto con calor alto (230-290 °C).
Sazonar el pato con la sal y la pimienta por dentro y por fuera. Doblar las alas hacia atrás y atar los muslos usando hilo cáñamo de algodón. Cepillar las parrillas de cocción para limpiarlas. Asar el pato con fuego alto indirecto, manteniendo la tapa cerrada, durante 30 minutos. Untar todo el pato con 2 cucharadas de la salsa hoisin y seguir asándolo hasta que la piel adquiera un tono café oscuro, unos 10 minutos más (si fuera necesario, darle la vuelta para que la salsa no se queme por debajo). Sacar del asador y dejar reposar durante 10-15 minutos antes de cortarlo. Servir caliente con la salsa hoisin restante.